viernes, octubre 07, 2011

Lo que pasa en Chicago se queda en Chicago...

Como buenas caballeras que somos, mi compañera Agatha y una servidora, ya hemos hecho nuestro pacto… Lo que pasa en Chicago se queda en Chicago… Así que no podrá contar nunca lo que me pasó en el avión, ni tampoco por estas estupendas avenidas. Yo también he sellado mis labios y secreto a secreto, risotada a risotada, ataque de nervios a ataque de nervios van trascurriendo los días.


Este país nunca dejará de sorprenderme. Ahora en el control aduanero, una policía acompaña a un perro que va oliendo las bolsas de los pasajeros. En su lomo lleva un letrero de tela… Protección de Agricultura Norteamericana y es que el chucho en cuestión olisquea que nadie pase a su país con ningún tipo de fruta, hortaliza o cualquier otro alimento. La agente de la ley lleva en la cintura una bolsa de plástico transparente con las frutas confiscadas. Muy fuerte, en el país de los transgénicos.

Paseando de noche por el muelle del Lago Michigan cuatro ambulancias, coches de policías, lanchas y un helicóptero sobrevolando la zona y, cómo no, un cámara de televisión. Una que es una curiosona nata que se va directa a interrogar al policía que custodia la entrada del parque que da al lago y anda que aquí me hubieran dado explicaciones… Una colleja, si es Mosso Amorosso, y un circuuuleeeee. Pues bien el agente me explicó que alguien había saltado al lago. Joder con los americanos, pues el tipo se debía haber lanzado con todas las joyas de la corona encima, porque el despliegue era impresionante (se unieron más ambulancias, coches de bomberos y lanchas). Yo no salía de mi asombro. Si por una de aquellas casualidades dan con el tipo… ¿para que quieren tropecientas ambulancias? ¿O es que acaso se había lanzado con toda la familia o con toda la comunidad de vecinos? Muy fuerte todo.

De regreso al hotel nos cruzamos con uno de los ponentes del hospital. ¿Sabéis que se ha muerto Steve Jobs? No, no lo sabíamos acababa de pasar. A las dos manzanas, justo al lado del hotel, en la fachada de la tienda Apple, ya estaban tres cámaras de televisión y ya habían dejado flores, mensajes y velas y hoy… cinco cámaras y toda la fachada llena de pos-it, flores manzanas y no vi a nadie llorando, luego en la tele sí. Igual era a lo que estaban esperando los reporteros.

Y yo que siempre había dicho que el jet lag era una tontería y nunca se me había arrimado… Desde que he llegado, por muy cansada que me vaya a dormir, por muy pronto o tarde que sea… a la una de la madrugada, las 8 en España, se me ponen los ojos como platos y no hay forma humana de que consiga dormir. Será cuestión de empezar a tomar melatonina o aprovechar este insomnio para seguir disfrutando de las noches de Chicago, que tienen su magia, sí señor..




2 comentarios:

  1. Hola Jairaki, Que bueno, son letras escritas desde 7087 km,s. Saben a mar y todo, jajaja. Me alegro que haya ido bien tu viaje. Dios, que graande es el planeta Tierra...

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  2. ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh me encanta este post!!!! siempre me ha matado la curiosidad de saber anecdotas yankis...
    como hacen en sus peliculas... son dramaticos, exageraos y peliculeros como ellos solos...muy andaluces ellos, si si..un besazoo

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