Verdades como truños...

Déjala en paz, no le interesan tus chistes malos, ni tu soberbia disfrazada de inteligencia, ni tus vanos intentos de que caiga rendida a tus encantos. Tómate tu caña y vete. ¡Humo! Sal pitando y no te gires, que no la encontrarás mirando tu trasero, que no piensa soñar contigo, que no te va a susurrar nunca nada en el oído. Vamos, sal y hazme un favor, no vuelvas a cruzar esta puerta, a no ser que sea con una novia a cuestas. ¿Otra vez estás aquí? ¿Cómo te lo tengo que decir? ¿Prefieres que sea sin maquillaje ni anestesia? ¿No captas su indiferencia?

Vamos, lánzate de una vez. Cuando cruzas la puerta, ya la pones contenta. Tus juegos de palabras también la despiertan. Qué guapo te encuentra. Ya podrías llevarla de paseo y se pararía en los puentes a saborear tus besos. Te dibujaría circulitos en tu espalda con sus dedos. Te mordisquearía el cuello y susurraría sus deseos en tu pecho. Venga, vuelve a entrar. Alégrala el día. Cruza el umbral, te pondrá lo que quieras. Tu bocadillo preferido, con lonchas de queso y besos...Te dejará sin aliento. ¿A qué esperas? Venga regresa y pide tu refresco. ¿Quieres que te sirva la verdad en bandeja de plata y sin remiendos? ¿No captas tu influencia?