Luna ha cogido tal fuerza en sus patitas delanteras que la emoción de la bienvenida cuando te acercas a saludarla se ha convertido en un combate de boxeo que acaba ganando ella por KO técnico. Se emociona y empieza a mover las patitas y tú acercas la cara y le tocas la cabeza y zumba zumba, intentas esquivar pero uno al menos te pilla y ya no puedes evitar el joeee Lunaaaaa pareces un canguro boxeador y sigue aullando para que te vuelvas a acercar y claro le ves esos ojillos contentos que zasca vuelves a caer. Da la sensación de que se ríe cuando acierta con uno de sus golpes. Venga venga la siguiente en la batidora.
Todavía no tenemos preparada la silla de ruedas. Ahora estamos estudiando los diferentes modelos, tomando medidas y preparando el material. Mientras como ya le han quitado los puntos de la espalda y está más fuerte la paseamos por el jardín llevándola a pulso de sus cuartos traseros. Baja y sube los dos escalones y trota. Va corriendo con mucha seguridad y si no fuera porque la tenemos que llevar en volandas por la parte de atrás parecería que no ha pasado nada. Coge tal velocidad que cuando la llevas haciendo de sus patitas traseras casi te deja atrás. Ya no se cansa y quiere más. Acabas deslomada pero contenta, muy contenta.
Con Luna hay dos clases de actitud. Una de ellas es decir o pensar pobrecita que pena da, mira las patitas no las mueve y ponerse triste (ésta la ha tenido mi madre, que también es normal porque pasaba y pasa muchas horas con ella) y la otra la que compartimos mis hermanas que es la de estar contentas porque está viva, porque se la ve contenta, porque cada día nos sorprende con un avance nuevo y porque está volviendo a ser la loca traviesa y revoltosa de siempre. Ahora mi madre está más contenta, pero hasta hace poco nos crispaba verla mustia, triste. Al ver los avances poco a poco empieza a cambiar de actitud.
Ayer fue una tarde de las que añoraba de risas y de idas de pinza. Mientras pintábamos la habitación de A, entre mi madre, A. y yo estuvimos riendo un buen rato. Hablábamos de borracheras de cuando había sido la última, de cómo reaccionábamos y hasta propuso ella misma, por puro Interés informativo, pillar allí mismo una cogorza. “Venga A. saca una botella de cava!” Qué decir que la propuesta no se llevó a cabo. Entre que si mama sólo te faltaba eso, que ahora que hemos encontrado el verde adecuado y quita quita que hace caló, ni siquiera nos colocamos con la pintura porque era inodora. Lástima.
Cuando por fin a las once y media me metí en la cama, caí tan rendida que esta mañana cuando a las seis ha sonado el despertador lo hubiera estrellado contra la pared y mi primer pensamiento ha sido para Luna: “No veas niña como cansa hacer de carrito a ver si pronto te lo tenemos preparado”.