Ayer Luna durmió en casa. Teníamos que hacer turnos para verla porque se ponía muy nerviosa y lloraba de la emoción. Para que no levantara la cabeza nos estirábamos en el suelo y la tranquilizábamos tocándole la cabecilla. Bebió agua y también comió. Creo que eso es buena señal, aunque los veterinarios nos dijeron que hasta dentro de cinco días no se sabrá nada. Sólo queda esperar.
Hoy estoy realmente cansada. Porque el intentar contagiar positimismo cansa. Que no va a pasar nada, que es joven, que es fuerte, que se salvará, que si no puede andar con las traseras pues la hacemos un carrito, que no llores, que ella nota si estás triste… y por la noche me entran los miedos y me volvió a pinchar una espina que tengo clavada. Cuando mi padre estaba en el hospital quería ver a la Sky (la otra perrilla que tenemos) y él no podía salir. Me decía que la escondiera y la metiera y a punto estuve de hacerlo, pero me frenaron y no lo hice y siempre me he arrepentido. Si pudiera volver atrás… pero no se puede.
Desde aquí os quiero agradecer todos los ánimos, bufidos, vientos y soplidos que habéis mandado y va muy bien saber que la “prima peluda” que tiene Muldie corretea alegremente. A esos ánimos me aferro para poder contagiarlos a los que me rodean.
Tengo la corazonada que saldrá todo bien y a veces soy un poco brujilla. Que así sea!