Padezco anestesia mental últimamente. Casi nada me turba, casi nada me espanta, que diría Santa Teresa. Floto sobre las situaciones con la calma contagiada o heredada, no sabría muy bien especificar, de mi padre. Cuando nos enfrentábamos a operaciones de mi madre, su calma contagiosa y confianza en que no iba a pasar nada conseguía mágicamente que así fuese, contradiciendo a todos los pronósticos médicos.
No quiero pensar en nada, sólo tener el convencimiento de que todo irá bien, aunque a veces me descubro cagada de miedo, ante tantos frentes abiertos y tan peligrosos todos ellos.
Ayy, Sufumu de mis amores, valor, mucho valor…