sábado, agosto 27, 2011

En el río...

Anoche soñé que mi padre estaba vivo y pescábamos juntos en el río. Como aquella vez a mediados de verano que de niños nos bañamos en el río. Él, que fue testigo generación tras generación, no verá a mis hijos en el río.

Las libélulas volaron al exilio en el río de su cauce ha quedado solo un hilo y ese hilo grita ASESINOS.

Anoche soñé que nadando río abajo yo llegaba hasta el mar, te vi pasar sonriendo en una orilla, te llamaba pero no me oías
el que fue testigo generación tras generación, que se fue contigo en el río.

Las libélulas volaron al exilio en el río de su cauce solo ha quedado un hilo y ese hilo grita ASESINOS

Cuando el sol se hunde y cede el cielo al crepúsculo, el atardecer cede el río a las luciérnagas, miles de brillantes ojos lo observan todo y ahora estás tan sólo, ¿dónde han ido? te han dejado abandonado y malherido. No quiero mirar, me avergüenzo de lo que han hecho contigo en el río. Las libélulas volaron al exilio hoy el río grita ASESINOS, ASESINOS.


Esta canción de Amaral (en el río) refleja un poco como me siento. Es lo que pasa por ver vídeos antiguos. Me sienta reemendamente bien poder volver a verle reír, hablar... pero pienso en todas las cosas que no podremos volver a compartir.

viernes, agosto 19, 2011

Amor de verano...

Hacer 1.502 kilómetros con las correspondientes paradas, cambiar moneda, huir del frío holandés, para pasarse cada una de las horas soleadas de estancia  en el paraíso mediterráneo encerrado en una caseta de helados, contemplándome fijamente mientras yo trabajaba y sólo separando su vista de mi para ir a buscarme una concha y regalármela firmada… tiene un nombre y eso es puro amor, de verano, pero puro amor.

No era por interés, ya que no le regalé ni un solo helado. Tampoco era celoso, ya que permanecía impasible al intento de acoso y derribo de aquel francés odioso que no hacía nada más que tocar las narices y yo soltarle frescas para que se esfumara.

La despedida fue muy triste. Vino a verme a primera hora antes de marchar con lágrimas en los ojos. Me abrazó muy fuerte, me llenó de besos  y me regaló una bandeja de perfumes en miniaturas muy bonitos. 

Le di mi dirección y ese mismo septiembre me llegó su postal de felicitación con su preciosa letra. Me llegaron unas cuantas postales más. Todavía conservo una foto de él conmigo, junto a la caseta de helados. Yo con casi 18 años y él en mis brazos con su pelo rubio y su cara guapa de niño travieso.

Un día me vino a la memoria y me dio por buscarle y le encontré. Todavía conserva su rubio pelo y todavía queda algo de aquel muchacho de cuatro años que aquel verano me robó el corazón.  No he contactado con él, porque seguramente no recordará aquellos días pasados a la sombra y los amores de verano mejor dejarlos entre conchas y arenas, aunque la verdad estuve tentada de decirle: "¿Recuerdas lo nuestro? Yo sí, probablemente fui la primera mujer en tenerte entre sus brazos, después de tu madre, claro."














martes, agosto 16, 2011

Inconformismo...


Siempre me he autoconvencido de ciertas cosas. Si acabaré sin poder ver, de momento veo. Si todavía no hay solución, en unos años la habrá. Si me tienen que volver a operar, de momento hay una posible solución que podría no haberla. Si mi padre se fue para siempre, de momento tengo a mi madre…

Deben ser las pastillas que me estoy tomando para el quiste  que, además de un dolor de tetas impresionante, me dan por culo mucho últimamente y me hacen ver las cosas de otra forma, con un brochazo de pesimismo o de realidad. Ves a saber si no es lo mismo.

Pero no logro convencerme de tener que estar contenta por volver a trabajar, de momento tengo trabajo… Ya, pero no hay manera por muchas vueltas que le dé. ¿Debería sentirme culpable por ello, señor juez?


viernes, agosto 12, 2011

La cicatriz...

Su mano enguantada deslizó el bisturí firmemente desde mi ombligo hasta mi pubis. La línea quedó bien trazada en la carne, liberada de la teoría del tirano papel, en el que los errores y ensayos pueden ser borrados.

Su firma me acompaña desde entonces y cada mañana al ducharme me recuerda que alguien metió sus manos enguantadas en mi abdomen, limpió, cortó y recolocó lo que había que recolocar. Me recuerda que hay acciones que dejan huella de por vida. Me recuerda el dolor. Me recuerda también que el dolor no es eterno. Me recuerda que a veces puedo ser más fuerte de lo que me creo. Me recuerda que soy mucho más vulnerable de lo que aparento.

Hay otra clase de heridas que no dejan cicatrices visibles, pero están ahí. Nos las ves al ducharte y llegas a olvidarte de que existen. Hasta que un día, un hecho cualquiera te devuelve el dolor. Mucho más profundo y punzante por lo repentino. Más lacerante por no ser nuevo y por haberse podido evitar si hubieras tenido una cicatriz visible que te hubiera alertado del daño que te hicieron.

Un día de estos, debería reconciliarme con mi cicatriz, la visible por supuesto.


viernes, agosto 05, 2011

La familia feliz...

Un banco en el camino de regreso de la estación y una familia sentada en él. El padre, la madre y el niño revoloteando. 

Madre: Para quieto ya, niñooo tira para allá. Que no quiero verte en un rato.
Padre: Haz caso de una vez. He bajado al parque para dejar de oír a tu madre y como sigáis así, me largo para casa.

El hijo corrre que se las pela para pegar a otro niño y yo no pude evitarlo. Me descojoné de risa en su cara. No me reía de ellos, se me escapó la carcajada de la situación y no podía dejar de mirarlos.

Cuando me encontré con Sufumu que me venía a buscar todavía me estaba riendo. ¡Lo que te has perdido! ¡Lo tenías que haber visto! Es más, lo tendría que haber grabado. Lástima de cámara de vídeo incorporada en las gafas de sol.


jueves, agosto 04, 2011

Me rindo...


Mis dosis de positivismo han sido usadas demasiadas veces y ya no me quedan ni unas gotas en la botella mágica. Me cansé de poner al mal tiempo buena cara. De esperar a que vuelva a salir el sol. De girar las situaciones como un cubo rubik, hasta dar con la cara menos asquerosa. No me he cansado de vivir, sólo me he cansado de luchar.

Lo siento, pero me corto la coleta, tiro la toalla y saco la bandera blanca. Lo siento, pero me rindo. Las putadas serán putadas y punto pelota. No voy a perder energía en pintarlas de colores, ni autoconvencerme de que no pasa nada. Esta vez no. No me da la real gana. Ya no más...