viernes, agosto 19, 2011

Amor de verano...

Hacer 1.502 kilómetros con las correspondientes paradas, cambiar moneda, huir del frío holandés, para pasarse cada una de las horas soleadas de estancia  en el paraíso mediterráneo encerrado en una caseta de helados, contemplándome fijamente mientras yo trabajaba y sólo separando su vista de mi para ir a buscarme una concha y regalármela firmada… tiene un nombre y eso es puro amor, de verano, pero puro amor.

No era por interés, ya que no le regalé ni un solo helado. Tampoco era celoso, ya que permanecía impasible al intento de acoso y derribo de aquel francés odioso que no hacía nada más que tocar las narices y yo soltarle frescas para que se esfumara.

La despedida fue muy triste. Vino a verme a primera hora antes de marchar con lágrimas en los ojos. Me abrazó muy fuerte, me llenó de besos  y me regaló una bandeja de perfumes en miniaturas muy bonitos. 

Le di mi dirección y ese mismo septiembre me llegó su postal de felicitación con su preciosa letra. Me llegaron unas cuantas postales más. Todavía conservo una foto de él conmigo, junto a la caseta de helados. Yo con casi 18 años y él en mis brazos con su pelo rubio y su cara guapa de niño travieso.

Un día me vino a la memoria y me dio por buscarle y le encontré. Todavía conserva su rubio pelo y todavía queda algo de aquel muchacho de cuatro años que aquel verano me robó el corazón.  No he contactado con él, porque seguramente no recordará aquellos días pasados a la sombra y los amores de verano mejor dejarlos entre conchas y arenas, aunque la verdad estuve tentada de decirle: "¿Recuerdas lo nuestro? Yo sí, probablemente fui la primera mujer en tenerte entre sus brazos, después de tu madre, claro."














2 comentarios:

  1. los primeros amores nunca se olvidan, igual da que sean de verano.Ponte en contacto con él, se alegrara muchisimo!

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  2. juas si tenía cuatro años! fijo que ni se acuerda :)

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