miércoles, noviembre 23, 2005

Matrix...

Antes, cuando con Sufumu cogía el tren en Paseo de Gracia, siempre me intentaba colar con su billete. A veces me dejaba y otras oponía resistencia. Casi siempre me recriminaba que nos iban a pillar, que vaya morro, que yaestababiennnnn… . Las veces, pocas la verdad, que en la entrada de la estación estaba el vigilante, me tocaba caminar –correr casi siempre- hacia la otra entrada donde podía comprar billete y entrar legalmente en el tren.

En una de esas ocasiones iba con el tiempo más que justo, así que inicie mi carrera. Saqué el billete, bajé las escaleras de la estación y allí estaba el tren paradito, a punto de arrancar y el andén desierto. Empecé la carrera a toda pastilla… Allí estaba Sufumu, en el descansillo, animándome, fijo que lo conseguía… Salté al vagón, cual Trinity en cualquier peli de Matrix, y a partir de ese momento lo vi todo en cámara lenta. Vi cómo saltaba de golpe los dos escalones del vagón, cómo mi abrigo ondeaba en el aire, cómo se cerraban las puertas tras mis pies y cómo acababa mi entrada triunfal de morros en el suelo.

Menos mal que el tren ya tenía las puertas cerradas cuando aterricé, que si no salgo por la otra puerta y me quedo tumbada en la otra vía. Menos mal que el descansillo del vagón estaba despejado, sino me llevo al personal por delante… Menos mal.

Cuando ya empecé a verlo todo a una velocidad normal me vi en medio del vagón estirada en el suelo y rodeada de miradas de preocupación (la castaña fue tan impresionante que no había lugar para las risas, por lo menos las ajenas) y la Sufumu blanca. Yo no podía reírme, eso vendría luego. Sólo me quejaba… ay que jostión ay que jostión, Sufumu que me he roto algo. Ayyyy ayyyy. La rodilla, que me he roto la rodilla. Luego me dio por reír mientras me quejaba. Ayyy. Jooo jojojo ayyyy juassssss. La pobre Sufumu pensó que me había afectado el golpe a la cabeza, pero cuando le empecé a contar mis teorías sobre mi buena suerte, era ella la que no podía parar de reír.

Lo peor de todo es que el trayecto que iba a compartir con Sufumu era sólo de UNA ESTACIÓN. En la siguiente me bajaba para coger mi tren.

jueves, noviembre 10, 2005

Inmortales…

En el trabajo había tenido un día de perros. Tenía ganas de ver a mi marido y explicárselo todo.¿Vamos a tomar algo? Me dijo nada más verme. No, mejor nos vamos a cenar y te cuento que he tenido un día… Despotriqué durante más de media hora, tomando aire solo para oír sus consejos. Como hacemos muchas veces improvisamos posibles conversaciones y las posibles respuestas. Él se pone en lugar de la persona en cuestión y yo contesto o a la inversa. No, eso no lo digas es mejor esto… Así fue avanzando la velada, hasta los cafés aproximadamente.

Estaba ya muy relajada, sin arrugas en la frente, ni preocupaciones banales en el alma, cuando le pregunté: ¿Y tú que tal, cómo te ha ido? Mal, fatal. Me empezó a contar su día y sus marrones eran tres veces más gordos que los míos. Durante un par de minutos no le escuché. No podía. Sólo podía pensar en la gran admiración que sentía por él. Intenté concentrarme y dejar para más tarde esos pensamientos y me costó mucho. Lo logré y estuvimos un buen rato analizando su día.

Antes de dormirme le daba vueltos al asunto. Ni durante un segundo del tiempo en el que yo rajaba y rajaba vi en su cara un mínimo atisbo de preocupación, de ganas de que dejara de largar para contarme su día… Sólo veía su cara atenta y concentrada. Sólo oía sus sabios consejos… Volví a ser consciente de lo mucho que le quiero y lo mucho que se merece que le quiera…

Jairaki: J… ¿estás dormido?
J.: No, ¿qué pasa?
Jairaki: Nada que no te mueras antes que yo nunca.
J.: Vale y tu tampoco.
Jairaki: Vale, inmortales los dos. Bona nit.

miércoles, noviembre 02, 2005

El Patata Frita…

Uno de los defectos de mi marido es, desde el punto de vista de mis hermanas, que no me ve ningún defecto. Bueno, solo uno… que sea tan desordenada.

Un día, comentando la cuestión, Lara Norris, gran cocinera donde las haya, le retó. Sí, vale, la Jairaki es la más guapa, la más lista y la más artista, pero…¿quién hace mejor las patatas fritas, ella o yo? Momento de tensión en la casa. Todos expectantes a escuchar su respuesta. Mi marido dudó unos segundos, se aclaró la garganta y espetó: Por supuesto… ella. ¿¡Quéeeeee!? Pero qué dicesssss. Pero, no tienes vergüenza. Anda que te voy a hacer más patatas fritas. Empezó la pelea y como resultado mi hermoso marido quedó bautizado como el Patata Frita. Ambos dos se llaman mutuamente Patata Frita.

- ¿Vamos a tomar un café, Patata Frita?

- Sí, dos segundos que acabo de imprimir esto, Patata Frita.

Otro día, mi tío me dio la receta para hacer chorizos al vino. La verdad es que me quedaron ricos, ricos, pero ya no me atreví a hacer competiciones. Pase Patata Frita, pero que me le llamen chorizo, ya no me hace tanta gracia, ni que sea al vino.