viernes, septiembre 14, 2007

Fantasmas...

Al volver de vacaciones y descargar las fotos en el ordenador, descubrí un extraño detalle en una de ellas. Vale, llámame alucinada de la vida, pero yo diría que una mano misteriosa está donde no debería estar. Por un momento pensé enviarla al programa de Iker, pero luego recapacité. Total para que me diga que son arrugas del pantalón y me quite la ilusión de haber aparecido fotografiada junto a un espectro, pues mejor que no.

Me gustan los fantasmas como el propietario de la mano misteriosa y no me dan miedo. Miedo me dan los de carne y hueso y, por desgracia, he tropezado con unas y unos cuantos. Lo malo no es que se crucen en mi camino, de todo se aprende. Mi pena es no saber reconocer a este tipo de personas a tiempo. Para mi todo el mundo es bueno y tarde o temprano acabo descubriendo que no siempre es así. Pero no aprendo y vuelvo a recibir.

Tengo suerte de contar con aliados cazafantasmas que tras el primer encuentro ya me avisan… no te fíes ni medio pelo. Lo jodido, o no, es que siempre aciertan. J. es una de estas personas y Sufumu otra. Al principio había la típica discusión… que nooo, que no tienes razón, pero el tiempo me demostraba siempre la cantidad enorme de razón que tenían. Después ya no dudaba de sus criterios y no es que me sirviera de mucho, pero al menos cuando recibía la puñalada esta no dolía, porque sabía que tarde o temprano llegaría.

Les voy a enseñar a tan dignos jueces la foto de marras y que me den su opinión. Aunque yo seguiré pensando que la mano de la foto es de un fantasma… un fantasma lujurioso, of course.

martes, septiembre 04, 2007

Mi primera vez… totalmente traumática

¿Estás nerviosa? No, al contrario. Estoy muy relajada y tranquila. Bien, eso es bueno. ¿Lo has hecho antes? No, nunca, aunque es cierto que he soñado muchas veces con este momento. Aha… ¿y tienes ganas? Muchísimas. Eso es también muy importante que no lo hagas obligada. Bien, pues empecemos…

Una extraña sensación de euforia recorría mi cuerpo y me parecía increíble que hubiese llegado el momento. La voz de mi desvirgador me despertó de mis ensoñaciones… Ei que te pierdo antes de empezar… Ponte el cinturón…

Estos son los intermitentes (derecho e izquierdo), las luces, las marchas… primera, segunda, cuarta, quinta… limpiaparabrisas, freno de mano, … ¿Me puede volver a explicar lo de los intermitentes? es que confundo la izquierda y la derecha. Levantamiento de ceja del profesor. Más levantamiento cuándo intenté arrancar con el freno de mano puesto y ya se le salían de la cabeza con los acelerones que pegaba y los volantazos. Todo el relajamiento y tranquilidad que acumulaba se disipó como por arte de magia y en su lugar aparecieron un sinfín de despropósitos.

Sé que no debo conducir por la izquierda y que acelerar y embragar tampoco. Después de 30 veces que me lo repitió yo asentía. Sí, sí, ... ya, ya, si mi cerebro le hace caso pero mis pies no reaccionan. Pero ¿¿has aprobado la teórica?? ¡No ves que esta calle es dirección prohibida! ¡¡Pero no mires las marchas cuando las cambies!!

Convertida en un manojo de nervios y tiesa como un palo, me dio por pensar en voz alta… Que mala, soy nefasta Dios, una negada total. ¿Alguna vez ha conducido con alguien así? El profesor ya no sabía qué decir. No aceleres tanto, no corras tanto… ¡Pero si voy a 20! Estaba confundiendo el cuentarevoluciones con el cuentakilómetros. Iba rápido para coger curvas a 70. Cuando aprendí a saber a cuánto iba, fue cuando empecé a crear una hermosa caravana. Otra rotonda, cuidado que volcamos. Me frenó unas cuántas veces y otras tantas tuvo que controlar el volante. Yo seguía pensando en voz alta. No, si soy masoquista. Nunca antes había pagado por sufrir tanto. Ya, ya, que frene. No si es que me duele el estómago, la cabeza, la nuca y las piernas. ¿Qué hora es? Tranquila que si a las seis seguimos en carretera no te dejaré tirada. No si es para bajarme ya. Dios que acabe esto. ¿Qué puedo respirar? No, que me desconcentro. Bufar sí que bufaba. Todo el rato. Buffff, bufff. Al regresar a la autoescuela les avisé. No os extrañe nada si os pide un aumento de sueldo o se coge la jubilación anticipada el señor profesor… No si más canas ya le vemos...

J por la noche, al explicarle todas las barbaridades que había hecho, me decía que se moría de la risa conmigo. Mira igualito que el profesor él también se moría… pero de miedo. ¿Lo peor? Que hoy tengo que volver. Igual me tomo un carajillo antes para tranquilizarme un poco.