Al volver de vacaciones y descargar las fotos en el ordenador, descubrí un extraño detalle en una de ellas. Vale, llámame alucinada de la vida, pero yo diría que una mano misteriosa está donde no debería estar. Por un momento pensé enviarla al programa de Iker, pero luego recapacité. Total para que me diga que son arrugas del pantalón y me quite la ilusión de haber aparecido fotografiada junto a un espectro, pues mejor que no.
Me gustan los fantasmas como el propietario de la mano misteriosa y no me dan miedo. Miedo me dan los de carne y hueso y, por desgracia, he tropezado con unas y unos cuantos. Lo malo no es que se crucen en mi camino, de todo se aprende. Mi pena es no saber reconocer a este tipo de personas a tiempo. Para mi todo el mundo es bueno y tarde o temprano acabo descubriendo que no siempre es así. Pero no aprendo y vuelvo a recibir.
Tengo suerte de contar con aliados cazafantasmas que tras el primer encuentro ya me avisan… no te fíes ni medio pelo. Lo jodido, o no, es que siempre aciertan. J. es una de estas personas y Sufumu otra. Al principio había la típica discusión… que nooo, que no tienes razón, pero el tiempo me demostraba siempre la cantidad enorme de razón que tenían. Después ya no dudaba de sus criterios y no es que me sirviera de mucho, pero al menos cuando recibía la puñalada esta no dolía, porque sabía que tarde o temprano llegaría.
Les voy a enseñar a tan dignos jueces la foto de marras y que me den su opinión. Aunque yo seguiré pensando que la mano de la foto es de un fantasma… un fantasma lujurioso, of course.
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