Antes, cuando con Sufumu cogía el tren en Paseo de Gracia, siempre me intentaba colar con su billete. A veces me dejaba y otras oponía resistencia. Casi siempre me recriminaba que nos iban a pillar, que vaya morro, que yaestababiennnnn… . Las veces, pocas la verdad, que en la entrada de la estación estaba el vigilante, me tocaba caminar –correr casi siempre- hacia la otra entrada donde podía comprar billete y entrar legalmente en el tren.
En una de esas ocasiones iba con el tiempo más que justo, así que inicie mi carrera. Saqué el billete, bajé las escaleras de la estación y allí estaba el tren paradito, a punto de arrancar y el andén desierto. Empecé la carrera a toda pastilla… Allí estaba Sufumu, en el descansillo, animándome, fijo que lo conseguía… Salté al vagón, cual Trinity en cualquier peli de Matrix, y a partir de ese momento lo vi todo en cámara lenta. Vi cómo saltaba de golpe los dos escalones del vagón, cómo mi abrigo ondeaba en el aire, cómo se cerraban las puertas tras mis pies y cómo acababa mi entrada triunfal de morros en el suelo.
Menos mal que el tren ya tenía las puertas cerradas cuando aterricé, que si no salgo por la otra puerta y me quedo tumbada en la otra vía. Menos mal que el descansillo del vagón estaba despejado, sino me llevo al personal por delante… Menos mal.
Cuando ya empecé a verlo todo a una velocidad normal me vi en medio del vagón estirada en el suelo y rodeada de miradas de preocupación (la castaña fue tan impresionante que no había lugar para las risas, por lo menos las ajenas) y la Sufumu blanca. Yo no podía reírme, eso vendría luego. Sólo me quejaba… ay que jostión ay que jostión, Sufumu que me he roto algo. Ayyyy ayyyy. La rodilla, que me he roto la rodilla. Luego me dio por reír mientras me quejaba. Ayyy. Jooo jojojo ayyyy juassssss. La pobre Sufumu pensó que me había afectado el golpe a la cabeza, pero cuando le empecé a contar mis teorías sobre mi buena suerte, era ella la que no podía parar de reír.
Lo peor de todo es que el trayecto que iba a compartir con Sufumu era sólo de UNA ESTACIÓN. En la siguiente me bajaba para coger mi tren.