Me costó mucho entender porqué mi madre no nos dijo el estado tan avanzado del cáncer que padecía mi padre. Poco podía imaginar ella que la doctora sería tan bestia y cuando le preguntáramos que cuándo empezarían con la quimio tras la operación nos iba a soltar que qué quimio, si no había nada que hacer, que tenía metástasis por todo el cuerpo… el golpe fue muy duro.
Ahora precisamente la entiendo perfectamente y yo sin darme cuenta estaba cayendo en el mismo error. Ahora sé qué mecanismos se disparan para ahorrar sufrimiento a los que te rodean… y no son necesariamente los mejores. Cuando fui a por los análisis y vi los marcadores tumorales Ca 125 y el 19,9 disparados, lo primero que hice fue llamar a la enfermera de oncología para decir que cuando mi madre fuera conmigo a la visita no le dijeran nada que le hiciera sospechar algo parecido a lo de mi padre y le hice prometer a Sufumu que no le diría nada a Lara.
La Sufumu nerviosa, la Lara nerviosa por lo que se imaginaba, mi madre aparentando normalidad… todo era una situación rara y se me encendió la luz. Para qué ocultar nada que luego van a saber y de golpe. Así que decidí no hacerlo. En el TAC que me hicieron han salido adenopatías en el torax, de ahí la sudoración nocturna que tengo, y hay dos marcadores tumorales que han salido positivos. Cuando me operen tendrán que extraer un ganglio y hacer biopsia. Para saber si los quistes de los ovarios son malos o buenos no habrá que esperar. Lo sabrán al abrir.
Por fin conseguí saber cuál es el temor de Lara. Tiene miedo a que cuando me operen le digan lo que le dijeron de mi padre. La pude tranquilizar. Yendo a malas, lo único que pasará es que se encontrarán con un cáncer linfático que es de los que más buen pronóstico tienen.
No me quiero llevar más sorpresas, ni quiero que ellas vuelvan a pasar por lo mismo. Para las buenas noticias todo el mundo está preparado, es mejor saber que cabe la posibilidad de que también se tengan que asumir malas.
Estoy serena, extrañamente serena. Sé que no es mérito mío. Me siento igual de tranquila que el día de mi boda, cuando noté a mi padre tranquilizándome, cuando no dejó que estuviera triste. Me siento fuerte, positiva y esta última semana un poco nerviosa. Nerviosa porque nunca me han operado, por saber si tendré dolor, por saber que habrá gente fuera del quirófano sufriendo por mi.
Lo único que llevo realmente mal es su dolor y su tristeza, porque como muy bien me hizo ver mi marido, te preocupas mucho más cuando lo que le está pasando es a alguien que quieres que cuando te pasa a ti mismo o al menos es mi caso. Creo que no tendría la fuerza que tengo, ni la alegría, ni la serenidad, si la persona que tuvieran que operar fuera uno de ellos. Vayan como vayan las cosas sé positivamente que saldré adelante. Lo más importante no me falta: su cariño.