Un día a mediados de este caluroso otoño, Lara Croft acompañaba a nuestra madre a hacerse unos análisis. Caminaban por la plaza Urquinaona a las 8 de la mañana y nos llamaron por teléfono. Risas al otro lado del móvil. Más risas y más carcajadas. No dilo tú. No que me da la risa. Cuando por fin pudieron hablar nos contaron que acababan de cruzarse con un chico en pelota picada por la calle que llevaba un cascabel en la puntaelnabo y el nabo envuelto en una redecilla transparente y por detrás lo único que llevaba era un tatuaje en forma de calzoncillos negros. Qué fuerte, qué fuerte.
Cuando me pasaron a Lara tenía una pregunta que me intrigaba desde el primer momento que me contaron su encuentro con el hombre del cascabel… ¿Iba descalzo? De fondo, hoy como mi madre decía, anda ya con el peazo rabo que se calza como para mirarle los zapatos estábamos.
Un domingo por la tarde, paseando por Las Ramblas, Lara, Bailarina y Trinity volvieron a coincidir con el misterioso hombre del cascabel. Esta vez llevaba una riñonera. Supongo que con el dinero para tomarse una cervecita. Cuando volví a preguntar sobre mi duda existencial… ¿llevaba zapatos? Su respuesta no me aclaró mis dudas: Sólo te puedo decir que esta vez no llevaba malla. Los pies… ni mirarlos vamos. Pues nada que si alguien en Barcelona se encuentra con el hombre del cascabel que haga el favor de confirmarme si va descalzo o no, que lo de que está bien calzado de cincotroncho ya lo sé.
Actualización:
CONFIRMADO EL SEÑOR DEL CASCABEL VA CALZADO.