Ayer por la tarde estuve mirando puertas con mi madre. La tengo medio convencida para que se venga a mi casa a pasar unos días. Vino mi amiga de la infancia de París, donde trabaja de enfermera desde hace unos años. Me presentó a su novio francés. Tomando el café vimos dos vídeos del Bunbury. Fue una tarde muy agradable. Ya de noche cuando intentaba colocar un calendario en la web para localizar los post con la amable ayuda de Topopardo, decidí ver las estadísticas de sitemeter. Google trae navegantes aquí que buscan muy diversas cosas y algunos buscan respuestas a preguntas difíciles de resolver. “Cómo hacer para aguantar tanta tristeza” buscaban desde Argentina. Espero que por unos segundos consiguiera alejarse de la tristeza.
Ayer por la noche hubo una que me dejó helada: “Cómo decir a mis hijas que tengo cáncer”. Me vino a la cabeza la imagen de un señor viudo enfrentándose a este duro trance. Igual es una señora. Me quedé triste porque seguramente no encontró la solución a su búsqueda en esta página. Tampoco sé si volverá a intentarlo y volverá a pasar por aquí.
Por si acaso lo haces quiero decirte que no sé cuál es el estado de tu enfermedad, ni las esperanzas que te han dado o quitado los médicos… Sean cuáles sean aférrate a luchar. Mi padre luchó y no pudo hacer nada, pero sé de muchos casos (uno de ellos una compañera de trabajo) que lo pintaban también mal muy mal, sin solución, con una esperanza de semanas. No se rindió y siguió luchando y aquí está dando guerra. No dejes de luchar. Tampoco sé si tus hijas saben que estás enfermo/a. Ni su carácter, ni como se han enfrentado a situaciones de enfermedad, de dolor… Creo que lo más importante es que el tema de decírselo deje de preocuparte. Si te sirve de ayuda una buena forma sería enfocarlo de manera positiva. No centrarse en la enfermedad sino en la lucha que vais a emprender juntos contra ella. No será fácil. Diles que las necesitas y que crees que juntos os costará menos, que tendréis momentos tristes y de bajón, pero cuando uno decaiga otro guerrero tendrá que ayudar a levantar el ánimo a los demás. Nadie sabemos ni somos conscientes de cuanto tiempo nos queda aquí y lo que todos tenemos que tener claro es que hay que aprovechar el minuto, el segundo, que no queden cosas por decir disfrutemos o no de una buena salud.
Igual de poco te han servido estas palabras o igual nunca llegues a leerlas. Si por aquellas casualidades vuelves a pasar por aquí te deseo toda la suerte del mundo y todo el valor que ya veo que tienes. A tus hijas mucha fuerza y mucha suerte también.