Hay crisis en el sector del vídeo y ya no es lo que era. Cada vez que tomando un café se acerca el chico con el carrito ofreciendo pelis… tenemos que sujetar a Lara Norris porque se le cambia la cara. “Que tengo un video club, no quiero películas… Uy perdón…”. Y al día siguiente vuelve a preguntar. El chaval memoria lo que se dice memoria no es que tenga mucha o es un aventurero que le gusta jugar a la ruleta rusa. Últimamente casi siempre nos entra la risa. Pensamos en ponernos todos una camiseta con el mismo lema: “No queremos pelis… mira que llamo a la poli”.
Igual es el calor, las vacaciones o la siesta, pero esas tardes en las que no hay mucha afluencia de clientes y estamos la Norris, la Sufumu y una servidora son un peligro. Nos da por pensar y planear… Una vez les dije que tenían que cambiar el negocio. Dinero rápido y sin inversión. Pensé hasta el nombre… “Pajas a mil” (queda mucho mejor que a seis euros). Mira aquí en el mostrador haces dos agujeritos y ale, uno para cada una. No te ven ni la cara. Total que se empezaron a repartir los cargos y desestimé el negocio. La Norris quería cobrar que el dinero no se debe mezclar con otras sustancias. La Sufumu quería atender la recepción y ya me querían hacer a mí responsable de los bajos del mostrador. Ale con dos manos, una para cada agujero. “Mira tía si te da asco, te pones unos guantes y ya está”. Quedó en eso en un proyecto.
La semana pasada teniendo una de esas conversaciones surrealistas que solemos tener, Norris soltó… “si ponemos una webcam en esa esquina y la colgamos en la red creéis que la gente pagaría por escuchar lo que decimos…”. Pagar, pagar lo que se dice pagar no sé, pero escojonarse vivos seguro. A la conclusión que se llegó es que la gente que paga por las webcams quiere algo más que risas, así que tampoco tendría mucho futuro la cosa y luego estaba el inconveniente de que te reconociesen por la calle. Para el segundo problema ya teníamos solución. Cada una nos colocaríamos una careta de un actor o actriz de cine. Media hora más tarde ya teníamos las carátulas seleccionadas. A nuestra amiga C. le pondríamos la cara de Charlice Theron y ahora la llamamos Colesterol.
El primer problema era más difícil de solucionar. Yo me negaba a que me volviese a tocar la peor parte… Así que ya está decidimos que nuestra amiga M. nos solucionaría la papeleta… Cuando no hay gente nos enseña la ropa interior que se compra y baila “a su manera”. Pues nada la colocamos en un sitio estratégico y ale ale a filmar. Entonces vinieron los problemas éticos. Pobrecilla grabarla sin que se entere, cómo sois… endeveee… Es que si se lo decimos no va a quedar natural. Hoy la veré y tantearé el terreno ante posibles demandas… Tú lo del exhibicionismo público… ¿qué tal lo llevas?