Por fin mi madre ha vuelto a escribir en su blog. Ha sido una entrada breve, aunque tiene muchas cosas que contarnos y que espero que lo siga haciendo. Ha pasado mucho y ha sido muy valiente y eso tiene un precio. Su salud se resiente de tantos nervios y por aquí las cosas a ratos también se van complicando, pero espero que siga tirando de esa fuerza suya que tantas veces ha demostrado tener y que hace que tanto en los momentos bajos como en los que no lo son sea un ejemplo para nosotras.
Este verano hemos celebrado la Navidad y hemos intentado recuperar un tiempo que no se acaba recuperando, pero que hace que nos demos cuenta, más si cabe, de lo mucho que la necesitamos y queremos, aunque a veces nos enfademos por no verla todo lo feliz que nos gustaría.
Ayer mientras ella pintaba flores yo la miraba y veía una tristeza en sus ojos. Venga mama, quita esa cara. Va dime una cosa que te haría feliz, pero que no sea imposible de conseguir... y entonces miró unas fotos que tiene en el mueble y sonrió de veras. Me di cuenta de que por el momento su felicidad no depende de ella y se encuentra en el cielo. Hoy entre todas intentaremos que nos haga una lista de cosas alcanzables que la hagan sonreir, por ejemplo un megaabrazo de oso de sus hijas... Un dos tres responda otra vez...