miércoles, junio 23, 2004

Petardos...

Hoy se celebra la verbena de San Juan y lo pasaré mal. ¿Quién fue el macabro ser que se inventó los petardos? ¿Quién!? Me asustan, me molestan, son peligrosos y encima tenemos que empastillar a Sky (la otra perrita de la familia) porque la pobre lo pasa muy mal. Los únicos que me gustan son esos de cebolletas que tiras contra el suelo. Plis, plas, controlas donde caen y no hacen daño. Bueno, vale a menos que tu puntería sea tan sumamente mala que aciertes con tu propio pie.

Lo que sí me gusta de San Juan son las hogueras. Eso sí y mucho. Una vez atravesé (que no salté) una, pero no era en la verbena. Estábamos en el Cottolengo de Madrid ayudando y tenían un terreno lleno de matojos. Nos pasamos la mañana quitando hierbas y a la tarde mi padre las prendió fuego. De repente el viento empezó a soplar fuerte y las llamas le envolvieron y la manguera había quedado atrapada en los matorrales. Cogí la manguera, pegué un tirón y corrí detrás de él. “Venga papa, sal que voy detrás, corre…” y salimos los dos de aquellas llamas que ya nos sacaban más de cuatro cabezas. Al llegar al otro lado del fuego me dieron tortas por todo el cuerpo por si se me había quedado enganchada alguna chispa y olía a chamusquina, pero no nos pasó nada. “Papá, papá creo que me he quemado las pestañas :)”. Mi padre me cogió de los hombros me miró fijamente y me dijo: “Hija, lo que has hecho ahora es digno del mejor bombero”. Fui feliz, muy feliz, muy muy muy feliz. No fue valentía, fueron simple reflejos. Verle allí en medio… no me dio tiempo ni a pensar y es que yo desde pequeña siempre quise ser bombera, pero claro entonces eran otros tiempos. Sólo había bomberas ATS o conductoras y lo que a mi me gustaba era meterme en los fuegos o escalar la estatua de Colón para rescatar a visitantes encerrados en el ascensor y cosas de estas. Todos los bomberos que conozco son especiales y no sólo de este país. Debe ser el único cuerpo que cuando están de vacaciones y pasan por una ciudad van a visitar el cuartel del sitio donde van. Los de allí sean del país que sean, de la ciudad o pueblo, les tratan como si estuvieran en su propia casa, se intercambian pegatinas y lo acogen como uno más. No sé si con otros cuerpos como la policía pasará lo mismo. Existe una hermandad de oficio sea de la ciudad que sea y del país que sea. El sentido del humor también es una característica muy marcada en ellos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Las gamberradas y bromas que se hacen son muy similares tanto en un cuartel de Nueva York, como en uno de Pau como en cualquiera de los que hay en Barcelona. Había una pareja besándose al lado del cuartel y tenían una funda de esas que te colocas en la cabeza con pelo y cara de monstruo tan auténticas y se pusieron detrás. En un momento dado la chica abrió los ojos y empezó a correr calle arriba. El chico se quedó con los brazos abiertos, los hombros bajos sin entender nada. Hasta que se giró y él también empezó a correr. Los gamberretes se tronchaban de la risa.

Siempre que oigo una sirena de un coche de bomberos se me ponen los pelos de punta y me viene a la cabeza la canción que cantábamos en el campamento al que íbamos de pequeñas: “Bommberosss de Barcelona que a todas horas veláis por la ciudaaaaaad, al verossss dice la gente son los valientes, van dispuestos a lucharrrrr…un puñadoo de valientes tiene linda Barcelona…”. Ahora es una mezcla entre la emoción que sentía antes y tristeza, mucha tristeza todo hay que decirlo.

Esta noche es la que más salidas tienen, al menos en Barcelona. Es la noche del no parar. Desear que sea una noche tranquila es algo casi imposible de que se cumpla, pero al menos desear que todos lleguen bien al cuartel. Feliz verbena!