Ayer por la tarde en el videoclub, Norris de repente salió disparada hacia el ordenador. “Venga Sufumu deja de jugar a las cartas que voy a preparar un letrero…Que sí, que lo cuelgo…”. A la entrada tienen una moto de esas en miniatura que pones unas monedas y tu hijo, hija, vecino o sobrino se convierte de repente en Ángel Nieto con cara de velocidad, intermitentes y claxon incluido. También nos sirve a nosotras de asiento cuando salimos a la puerta a cotillear.
Norris está harta de que cuando los niños empiezan a suplicar por subirse en la moto, el adulto en cuestión (normalmente la madre) le diga al niño que la moto no funciona. Siempre lo mismo. Vamos baja que la moto no funciona… Mentiiiiraaaaaa.
“Es que lo cuelgo…yo lo cuelgo”. Y entonces empezamos a desfasar sobre los posibles carteles. La moto sí funciona… tu madre es una rata. La moto sí, funciona…los Reyes son los padres… Norris se quejaba de que tanta mentira a las puertas de su negocio le iba a traer mal fario. Sí, sí, vosotras reír, pero tanto decir que no funciona, uys como se me estropee. Acabamos la tarde haciéndonos fotos con el móvil, poniendo caras raras, ahora las dos juntas, ahora aquí, ahora con este póster… mientras Sufumu seguía dándole que te pego al Carta Blanca.
La risoterapia siempre funciona y a veces cuando menos te lo esperas te entra esa risa tonta que luego te hace sentir tan bien. Mi madre pasó la tarde con mi hermana C. en el huerto que ésta tiene y también vino contenta. Otras risas más durante la cena. Antes de acostarme le pude dar a mi madre los besos de buenas noches y me fui a dormir más feliz que un ocho. Finalmente Sufumu no se separó del ordenador por lo que la tentativa del cartel, quedó en eso… una tentativa.