Mi madre tiene a la venta la autocaravana que tan buenos y tan breves momentos compartió con mi padre. En principio tenía dentro sus cosas de pinturas, sus bordados y hasta quería hacer una exposición dentro, pero cada vez se le hace más difícil estar en ella incluso pasar por delante. Así que colgó un cartel y ha ido corriendo la voz. La verdad es que está muy bien acondicionada, con su aire acondicionado, su lavadora nuevecita, ducha de agua caliente y está muy bien decorada. Da mucha paz cuando entras en ella, aunque claro a nosotras nos duele.
El sábado vino un matrimonio a verla. Eran de algún país del Este. La querían para vivir en ella. Les gustó mucho porque habían visto otras, pero estaban hechas un desastre. Lo que podían dar no era ni la mitad de lo que mi madre había rebajado todo y perdiendo dinero. Ya sabemos como son las pensiones de viudedad en este país y no son como para tirar cohetes y le sabe mal malvender o casi regalar lo que compraron con el dinero de la prejubilación de mi padre. Le daban el coche que tenían a cambio, pero claro mi madre no tiene carné y tampoco le serviría de mucho. Cuando ya salían de la autocaravana, el señor le preguntó a mi madre que por cuánto les podría vender la lavadora. Mi madre se calló durante unos segundos y le respondió que por nada que se la regalaba. El hombre insistió que le pagaba lo que dijera y ante la negativa de mi madre avisó a su mujer. Él trabaja de camarero y ella vende figuritas de cristal. El matrimonio estaba muy contento y se dijeron algo en su idioma. La mujer salió corriendo hacia su coche y vino con tres cajitas que contenían tres figuras de cristal muy bonicas. Una era una bruja de la suerte, otra unos cisnes para la felicidad de la pareja (ésta me la regaló a mí mi madre) y otra para tener suerte en encontrar pareja (ésta se la regaló a mis hermanas).
Mientras cenábamos el domingo y acabó de contar todo lo que había visto en el Fòrum. Me lo contó. “Me es igual que piensen que soy tonta, pero he regalado la lavadora…”